jueves, 28 de junio de 2007

LA FUERZA QUE A VECES MUEVE EL MUNDO

Leyendo un semanal de un periódico este fin de semana, encontré un artículo que hablaba sobre las relaciones personales, y sobre todo de esas parejas que después del tiempo ya no saben que decirse cuando se encuentran a solas, resultando la compañía de terceros la única medicina infalible para que la pareja recupere la comunicación. Hablaba de parejas que con el tiempo se miran y ya no saben que decirse: esas que prefieren darle vueltas al café con la cucharilla a escuchar las palabras que le pueda decir esa persona que duerme cada noche al lado suyo.
Y me llamó la atención, porque es verdad, lo digamos o no, que todos soñamos que esto dure para siempre y que aunque la cifra de divorcios siga subiendo cada día más, pensamos que no seremos nosotros los que hagamos elevar ese porcentaje.
Mira que es complicado esto de las relaciones humanas y esto del amor, que es capaz de hacernos gritar y llorar de pena casi en el mismo momento, y de despertar a veces nuestros mejores y peores sentimientos e intenciones hacia una misma persona. Ese tema que siempre nos da que hablar, que llena libros, periódicos, conversaciones, diarios, preguntas del tarot y hasta razona suicidios en ocasiones, pero sin duda, la razón más bella por la que luchar cada día. Y me da igual que suene romanticón…

jueves, 14 de junio de 2007

ALEGRÍAS Y DEMÁS EMOCIONES

La verdad es que tengo esto del blog un poco descuidado. Al principio pensaba que lo iba a poder mimar un poco más, pero no todos los días tenemos temas trascendentales para poner nuestro granito de arena y tampoco es cuestión de que esto se convierta en un pañuelo de lagrimas y volcar por la red ventoleras de sentimientos, alegrias, penas y demás..., aunque si sirve de algo, siempre está bien tener todos los recursos a mano para templar ese buen ánimo y ese excelente humor que persigo cada día tener, aunque no siempre lo consigo, a decir verdad. Me es mucho más fácil contagiar mi alegria a los demás que recibir para mí la del prójimo.

No se por qué, pero si tengo un día malo, creo que la única solución pasa por intentar que un buen abrazo (no de cualquiera, por supuesto) me arregle un poco, o lo que no suele fallar: echarse a dormir y esperar que el nuevo día traiga kilos de felicidad debajo del brazo y como dice la canción, levantarse con ganas de comerse el mundo.


Y es que estar casi todos los días escuchando las desgracias ajenas no siempre ayuda a sentirse bien, porque a veces es inevitable sentir algún grado de culpabilidad de por qué el mundo del bienestar viene solo a la casa de unos pocos.

Se comprende con el tiempo, aunque sea injusto, que en este mundo tienen que estar muchos mal para que unos pocos vivan bien y también se comprende que para estos muchos bastan en muchas ocasiones cinco minutos de escucha y una gran sonrisa para ser como un buen abrigo en un crudo día de invierno.

Y eso no se paga con dinero...